miércoles, 4 de marzo de 2009



Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas,
pero ninguna venía a posarse en sus pétalos.

La flor, sin embargo, continuaba soñando.

Durante sus largas noches imaginaba un cielo
donde volaban muchas abejas
que venían a besarla cariñosamente.
Así conseguía resistir hasta el día siguiente,
cuando volvía a abrirse con la luz del sol.



Cierta noche, conociendo la soledad de la rosa, la luna preguntó:
- ¿Tú no estás cansada de esperar?


- Quizás. Pero tengo que seguir luchando.


-¿Por qué?


- Porque si no me abro, me marchitaré."


En los momentos en que la soledad
parece destruir toda la belleza,
la única manera de resistir es continuar abiertos.

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