viernes, 20 de febrero de 2009

La isla de los sentimientos



Érase una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos...
la alegría, la tristeza, y muchos más, incluyendo el amor.

Un día les fue avisado a sus moradores, que la isla se iba a hundir.


Todos los sentimientos se apresuraron a abandonarla. Abordaron sus barcos y se prepararon a partir apresuradamente.

Sólo el Amor permaneció en ella, quería estar un rato más con la isla que tanto amaba, antes que desapareciera.

Al fin, con el agua al cuello y casi ahogado, el Amor comenzó a pedir ayuda.


Se acercó a la Riqueza que pasaba en un lujoso yate y el Amor dijo:

-Riqueza, llévame contigo.

La Riqueza contestó: -No puedo, hay mucho oro y plata en mi barco, no tengo espacio para ti.


Le pidió ayuda a la Vanidad, que también venía pasando:

-Vanidad, por favor ayúdame.

-Imposible Amor, estás mojado y ensuciarás mi barco nuevo.


Pasó la Soberbia, a la que pidió también ayuda.

-Quítate de mi camino o te paso por encima.


Como pudo, el Amor se acercó al yate del Orgullo y una vez más solicitó ayuda.

La respuesta fue una mirada despectiva y una ola casi lo asfixia, cuando el capitán aceleró su yate.


Entonces, el Amor pidió ayuda a la tristeza:

-Tristeza, ¿me dejas ir contigo?

-Ay amor, tú sabes que siempre ando sola y prefiero seguir así.


Pasó la Alegría, estaba tan ocupada que ni siquiera oyó al Amor llamarla.


Desesperado, el Amor comenzó a suspirar, con lágrimas en sus ojos.

Fue entonces cuando una voz le dijo:

-Ven Amor, yo te llevo. Era un anciano.

El Amor estaba tan feliz que olvidó preguntar su nombre.


Fue llevado a la tierra de la Sabiduría y una vez allí, el Amor le preguntó:

-¿Quién era el anciano que me trajo y salvó mi vida?

La Sabiduría respondió:

-Era el Tiempo. -¿El Tiempo?

Pero ¿por qué el Tiempo me quiso ayudar?

Y la Sabiduría respondió:

-Sólo el Tiempo es capaz de ayudar y entender a un gran amor.

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